jueves, 30 de mayo de 2013

Traducir a Dionisia García. Por Emilio Coco.

                                                                                          Emilio Coco, traductor de Dionisia

DOSSIER/ 6
DIONISIA GARCÍA: SEÑALES DE UNA ESCRITURA POÉTICA LUMINOSA 

 

                                TRADUCIR A DIONISIA GARCÍA

                                              Por Emilio Coco 

 


Conocí a Dionisia García a través de mi hija Lucía que vive en Murcia desde hace unos veinte años. Había leído algo de su producción poética gracias a los envíos que desde Madrid me hacía puntualmente Luis Jiménez Martos que por aquel entonces dirigía la colección Adonais en donde la poetisa de Fuente-Álamo había publicado su Mnemosine (1981). Publiqué mis primeras traducciones sueltas de su poesía sólo en junio de 1998, en la revista “Hyria”, bajo el título “Se il mare qui arrivasse, possibile la gioia”, no me acuerdo si antes o después de conocerla personalmente. Cuando la conocimos, Dionisia nos transmitió a mi esposa Erminia y a mí una sensación de serenidad y de familiaridad como si nos conociéramos desde siempre. Es imposible sustraerse al encanto de esta señora con el rostro de una belleza reposada, con unos modales elegantes y delicados, dispuesta a escuchar y amable al proponer o sugerir.
A partir de entonces empecé a ahondar en su poesía gracias a sus libros que me enviaba a Italia a medida que se iban publicando o que me regalaba en mis varias estancias en casa de mi hija.

Ahora recibo una invitación de Fulgencio Martínez a colaborar con una breve aportación sobre la obra de Dionisia, que formará parte, junto con otros artículos, de un vasto dossier que se está preparando para la revista “Ágora”. Confieso que mi primera tentación ha sido renunciar porque no me considero un crítico, pero no se le puede decir que no a Dionisia. Así que mi intervención quiere ser más bien una reflexión sobre mi trabajo de traducción, porque me siento más a gusto en esta tarea. Sin contar las muchas publicaciones en revistas y antologías, hasta la última Poeti spagnoli contemporanei (2008), he publicado hasta ahora dos libros de sus poemas traducidos al italiano: Anche se al buio (I Quaderni della Valle, Bari, 2001) y L’Albero (I Quaderni di Abanico, Bari, 2007).

¿Por qué he traducido a Dionisia García? Ante todo porque la de Dionisia es una de las obras cumbres de la poesía española contemporánea y luego porque, al leer sus versos, me ha cautivado con la densidad e intensidad extraordinarias de su palabra. Se percibe claramente el signo de una madurez y perfección que no atañe solo a la inspiración sino también a la textura verbal y prosódica. Puedo afirmar que su poesía ha llegado a mí como un regalo no falsificado por estereotipos y lugares comunes. Ella ha constituido para mí uno de los últimos y más queridos descubrimientos. Una poesía que quedará en la memoria de sus lectores cuando se hayan borrado para siempre las efímeras fortunas de otros poetas.

Al traducir a Dionisia he intentado permanecer fiel y próximo, en la medida de lo posible, a la forma sin traicionar excesivamente el contenido, esforzándome por remontar al espíritu que había dado vida al texto original y con la ambición de que el lector pudiera leer y gustar de aquellos poemas como si hubiesen sido escritos en italiano y no como traducciones del español; y con la secreta esperanza que encontrasen la aprobación de la autora o que por lo menos fuesen juzgados con indulgencia.

Para no ocupar demasiado espacio me limitaré a tomar en consideración sólo el libro Anche se al buio. Al traducir los 20 poemas que lo integran, he tratado de reproducir en mi lengua la extraordinaria musicalidad de sus versos. Esto no quiere decir que sea preciso alejarse del texto original. Muchas veces el ritmo y la musicalidad han permanecido intactos también con la traducción literal, precisamente gracias a la gran afinidad que existe entre los dos idiomas. Como, por ejemplo, en estos versos de “Visión esperada”:

Eran las horas calmas de la siesta
en el patio encalado;
el jazminero ofrecía su aroma.
Dormían en la casa.
Sólo yo vigilante,
y vi pasar el tiempo
con su carga de muerte:
un humo que ascendía
convirtiéndose en nada.

Y esta es la traducción italiana:

Erano le ore calme della siesta
nel cortile imbiancato;
il gelsomino offriva il suo profumo.
Nella casa dormivano.
Soltanto io vegliavo.
Vidi passare il tempo
col carico di morte:
un fumo che saliva
trasformandosi in niente.

Como se puede observar he hecho sólo pequeños cambios (la posposición del verbo al sustantivo :Dormían en la casa = Nella casa dormivano, el verbo “vigilar” en vez del adjetivo “vigilante”, el punto en vez de la coma) que no alteran en nada el metro y la musicalidad del poema: Como en español también en italiano se han conservado los dos endecasílabos (Erano le ore calme della siesta; il gelsomino offriva il suo profumo) y los siete heptasílabos). 

Otras veces los cambios son más evidentes y he tenido que sacrificar alguna palabra, forzar el sentido con tal de no rebajar la métrica. A la pedante adhesión mimética he preferido una infidelidad armoniosa. Las dificultades que plantea la traducción del español al italiano derivan precisamente de la gran semejanza entre los dos idiomas que, lejos de facilitar la empresa, se vuelve un impedimento y obliga al traductor a elegir, anteponiendo la musicalidad a la literalidad.

He aquí un ejemplo de traducción que me ha obligado a alterar la estructura del poema y a organizarla de una manera distinta. Se trata del poema “El sol de la viña”. Aparte de algunos cambios o reajustes (“Cresce il tempo, lo sento quasi in gola”” en vez de la traducción literal “Cresce il tempo, quasi arriva in bocca”) o la supresión de alguna palabra: “che io sappia come il sole della vigna” en vez de “per sapere, infine, come il sole della vigna”, he tenido que sustituir un endecasílabo por un alejandrino y un heptasílabo por un endecasílabo (más que la oculta luz, tan deseada=più dell’occulta luce, così desiderata; ahondar en la pasión=scavare fino in fondo alla passione). La versión literal hubiera sido un desastre desde el punto de vista del metro y de la música.

El traductor, dice el poeta Luciano Erba, es un “bricolador”. El bricolador-traductor nunca sabe lo que acabará haciendo, actúa por tentativas, interroga las cosas. 

El traductor maneja una materia difícil, ajena, impracticable y trata de hacerla suya, de domarla de algún modo, de restituir a la sustancia que tiene en las manos aquella forma que se le ha escapado porque se vale de una lengua distinta.

A mi parecer, el trabajo del traductor se parece a un puzzle muy particular, consistente en recomponer de una manera no siempre necesariamente igual a la original la imagen despedazada, aunque esté obligado a utilizar los mismos minúsculos fragmentos que la componían. 

Otras veces, no sólo hay cambios de métrica sino que hay palabras que en la traducción se desplazan de un verso a otro, y adjetivos que acaban por calificar a sustantivos distintos en los dos idiomas (del espacio feliz del abandono= lo spazio /dell’abbandono dolce) como en el poema “Aceptación del silencio”, del que transcribo la primera estrofa:

El despertar es siempre una manera
de advertirnos a tiempo, y evitar la locura
de ese primer instante que descubre
desvanecidos sueños, y nos priva
del espacio feliz del abandono.

La traducción italiana dice así:

Sempre il risveglio è un modo di avvertirci
in tempo, ed evitare la follia
di quel primo momento che rivela
svaniti sogni e ci sottrae lo spazio
dell’abbandono dolce.

¡Un verdadero rompecabezas! Y a veces, para que el juego salga bien, hace falta armarse de una paciencia infinita.
                                   


Algunos ejemplos de traducción

De: Anche se al buio

ANCHE SE AL BUIO

Vanno così le cose al passo con i giorni:
vigile nella pena, la morte sempre in fondo.
Il lavoro distrae e fa dimenticare.
C’è forse un altro modo per sopportare il peso?
Accompagnata o sola, aperta la ferita,
con l’immensa pazienza di cercarti,
di scrutar la tua voce e il tuo mistero.

Come l’innamorato, se mi accosto a me vieni
fuggi se mi distraggo e ostinata ripeto
il rimprovero e il dubbio. Tutto è vano.
Vinci Tu alla fine e anche se al buio
la tua assenza mi tiene compagnia.


CAMMINARE CON L’INCERTEZZA

Se potessi tornare al primo istante
al risveglio delle presenze lieve
al grido che evitare allor non seppi,
ai goffi errori.

Se potessi tornare all’ardua mia scommessa
con la stessa emozione,
fuori di me sarebbe l’addensarsi del tempo,
le ferite palpabili.

Tanto m’incurva il peso
che più non so se posso,
e non vorrei essermi sbagliata.

Il rischio è una luce,
e preferisco stare con esso nel segreto
di una stanza che mai nessuno ha visitata.


VEDERE

Vengo senza conoscerti, entro nelle assemblee.
Vorrei la stessa fede
di Teresa e Giovanni della Croce,
ma in me il vedere è sopra ogni altra cosa,
non so nemmeno se possiedi un volto
e se potrei poggiare sulla tua guancia un bacio.

Difficile è procedere al tuo fianco,
volgo indietro lo sguardo nel caso tu mi segua,
non seppero vederti i miei occhi distratti.


GAUDIO INATTESO

Nella città splendeva la mattina.
Le tegole dell’abside barocco
sembravano di vetro sotto il sole.
Entrai in chiesa e vidi la Madonna.
Si stava bene lì:
quieta la luce, i fiori,
e quell’impronta antica delle cose
che scorre in permanenza.

Invitava l’istante
a un rilassato andare, e mi lasciai guidare
da un sentimento estraneo ad altro sguardo
che non fosse abbandono.

                        Traducciones de Emilio Coco

  
EMILIO COCO nació en San Marco in Lamis (Foggia, 1940), es hispanista, traductor y editor. Entre sus trabajos más recientes destacan: Antologia della poesia basca (Crocetti, Milán, 1994), tres volúmenes de Teatro spagnolo contemporaneo (Edizioni dell’Orso, Alessandria, 1998-2004), El fuego y las brasas. Poesía italiana contemporánea (Sial, Madrid, 2001), Poeti spagnoli contemporanei (Edizioni dell’Orso, Alessandria, 2008), Jardines secretos (Sial, Madrid, 2008), La parola antica (Nove poeti indigeni messicani) (Edizioni dell’Orso, 2010), Dalla parola antica alla parola nuova. 22 poeti messicani d’oggi (Raffaelli, Rimini, 2012). 

Come poeta ha publicado: Profanazioni (Levante, Bari, 1990), Le parole di sempre (Amadeus, Cittadella, 1994), La memoria del vuelo (Sial, Madrid, 2002), Fingere la vita (Caramanica editore, Marina di Minturno, 2004), Contra desilusiones y tormentas (Ediciones Fósforo, Ciudad de México, 2007), Il tardo amore (LietoColle, Falloppio, 2008, traducido al español, al gallego y al portugués, Premio Caput Gauri, 2008), Il dono della notte (Passigli, Florencia, 2009, Premio Alessandro Ricci-Città di Garessio, Premio Città di Adelfia, Premio Metauro, Premio della Giuria “Alda Merini”), El don de la noche y otros poemas (“Temblor de Cielo”, La Otra, Ciudad de México, 2011), Ascoltami, Signore (Edizioni dell’Orso, Alessandria, 2012, traducido al español con el título Escúchame, Señor, Mantis Ediotres, Messico, 2012) y algunas plaquettes. En 2003 el rey de España Juan Carlos I le otorgó la encomienda con placa de la orden civil de Alfonso X el Sabio.


                                 REVISTA ÁGORA DIGITAL MAYO 2013

miércoles, 29 de mayo de 2013

Celebración de "Señales", de Dionisia García. Por Vanesa Pérez-Sauquillo




DOSSIER/5. Dionisia García. Señales de una escritura poética luminosa

                                 Celebración de Señales, de Dionisia García

                                                            por Vanesa Pérez-Sauquillo

                  “Que la pasión no cese,
               y los días oscuros
               sean preludio fiel
               de los comienzos nuevos”

Con este pórtico da comienzo el último libro de Dionisia, Señales. Buenos deseos, alegría, goce del presente, celebración. Y es que hay poetas como Dionisia cuya obra y vida deberían celebrarse. Siempre activa, siempre interesada por las nuevas generaciones, evolucionando, brindando su mano amiga y apoyando a los nuevos poetas y tendencias. Su generosidad la precede.
 
Si en El Caracol Dorado nos sorprendió con sus iluminaciones, la originalidad de sus imágenes y su humor, en Señales nos entrega una copa para saborear lentamente y dejarse arrastrar por un pausado asombro, al ritmo de sus versos. Ritmo que da cobijo también a la narratividad, en poemas espléndidos como “Daño impune”, el enigmático “Maternidad” o “Los zapatos”; a homenajes que nos apretarán el corazón (a García Lorca, a E. Piaf, a Silvia Plath…); o a la emoción contenida del “Mensaje” dedicado a su madre, por citar un revelador ejemplo.

Con trabajo ganamos las mínimas verdades”, escribe esta poeta que ha trabajado la palabra desde hace ya tantos años. Que reivindica su propio pasado, pero no por ello deja de vivir el momento, sino todo lo contrario: incansable, celebra el presente de la escritura. “Nos vigila el poema y nos redime”. Frente a nosotros, el misterio: “un horizonte frágil”. Y a pesar de todo, “arrimado a la piedra, un músico sonríe”. Sonríe la poeta.

Creadora única, Dionisia García “arriesga hasta el final con insistencia”, como ella recomienda. Seguro que nos seguirá asombrando durante muchos, muchos años. Que en su celebración no haya cabida para la palabra “final”.




Vanesa Pérez-Sauquillo (Madrid, 1978) ha publicado hasta ahora cinco libros de poesía: Climax Road (Accésit del Premio Adonáis y Premio Ojo Crítico de Radio Nacional, 2012), Bajo la lluvia equivocada (Premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid, Hiperión, 2006), Invención de gato (Calambur, 2006), Vocación de rabia (Accésit del Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada, 2002) y Estrellas por la alfombra (Premio Antonio Carvajal, Hiperión, 2001). 
 
Está muy vinculada al mundo de la edición y la traducción, especialmente de literatura infantil y juvenil, otra de sus grandes pasiones. Su primer álbum ilustrado verá a la luz esta primavera en Inglaterra, Francia y Alemania, con la editorial Minedition. Bruño (Anaya) lo publicará próximamente en España. 

                              REVISTA ÁGORA DIGITAL MAYO 2013

miércoles, 22 de mayo de 2013

Comentario del libro SEÑALES, de Dionisia García. Por José María Piñeiro. Revista Ágora


Ágora-Papeles de Arte Gramatico 1 Nueva colección/ DOSSIER DIONISIA GARCÍA: SEÑALES DE UNA ESCRITURA LUMINOSA/3



SEÑALES, de Dionisia García
(Editorial Renacimiento)

Cada libro de poemas es un territorio de signos, una extensión precisa de emociones y revelaciones, la ocasión de percibir un mundo nuevo. Tal ocasión se ha materializado para mí con la lectura del último poemario publicado de Dionisia García, autora a la que leo por primera vez. Por ello dicha ocasión es doble: la oportunidad que el libro me ofrece tanto de disfrutar de una lectura como de descubrir a quien lo ha escrito. 
 
Se dice que la opción óptima para encarar cualquier obra artística es saber “contemporizar” el mensaje de la misma, es decir,- y ampliando pertinentes sinonimias -, contextualizar. Me ha ocurrido que, sea porque los temas a los que Dionisia alude en sus poemas son también materia de desasosiego personal, sea porque los últimos libros de poesía que he leído colindan con el tono de la poeta murciana, su libro me ha resultado curiosamente familiar, es decir, creo haber comprendido desde dónde escribe y emergen sus poemas y qué reposada, sabia disposición anímica los ha producido.

Todo poema supone un sofisticado artificio. La lógica de la sintaxis poética expone soberanamente su paradoja: la expresión de lo pasional a través de un orden. Tal orden, en el libro de Dionisia, se explica por esa transparente convergencia entre utillaje verbal y experiencia, entre madurez y emergencia natural de la palabra. No podría ser de otro modo ya que el humanismo de la autora no se detiene en otras disquisiciones que no sean dirimir el efecto del tiempo en el hombre y las cosas, reconociendo tanto la fatalidad de lo que se produjo y no se repetirá como el continuo fluir del tiempo cuyo brote renovado puede impactarnos con la emisión de mensajes originarios.

Señales consta de dos partes, Sinfonías Quebradas y Archivo inédito. Un poema precede a la primera parte, inaugurando el libro, y un epílogo lo cierra. 
 
La segunda parte, Archivo inédito viene a ser un anecdotario personal, y está surcado de recuerdos, dedicatorias, evocaciones y homenajes : García Lorca, Silvia Plath, Walter Benjamin, Dostoyevsky, Serguei Esenin, etc.

La primera parte, Sinfonías Quebradas, es la más densa y la más significativa, la que le presta y revela identidad al poemario, aunque la voz de la poeta sea siempre reconocible y atraviese ambas partes.
 
Con el tiempo uno acaba aceptando, que no comprendiendo, las paradojas que parecen tejer los eslabones de la vida. Dionisia escribe al cabo final de tales eslabones, aceptando con lucidez lo que ha finiquitado, lo que en el tiempo ha naufragado o ha sido cumplimentado, pero rechazando cualquier desencanto, pues es, precisamente, en el tiempo, en su continuo fluir, donde reside la semilla renovada de la esperanza, la posibilidad de contemplar de nuevo el mundo y las cosas. 
 
Dionisia escribe, pues, desde la madurez vital y existencial que sabe integrar en su visión poética esa naturaleza contradictoria del tiempo, trascendiéndolo, en cierta manera, ya que compensa la ineludibilidad de lo ocurrido con la generación vital que supone cada instante.

Y quizá sólo sea desde ese punto, desde esa atalaya soberana, desde donde pueda divisarse con calma la obra y el paso del tiempo, la inevitabilidad de sus efectos en el alma pero también la sorpresiva conmutación de sus términos en devenires y realidades inéditas. 
 
Dionisia radica la plenitud de la vivencia en la extensión vibratoria y puntual del presente, reivindica el ahora, el poder renovador, la posibilidad de renacer en ese manar sin límites que es el ahora, desechando embargar el alma en mitologías que sacrifiquen tal invitación continua de oportunidades: una dicha posible,/ que es hoy y no mañana.

El poemario muestra una visión sintética pero irreductible del mundo, el tiempo y los hombres, en tanto que la suprema tarea intelectual y vital es saber aceptar la naturaleza paradójica de las cosas, la intermitencia compensatoria – muerte y vida, vida y muerte – del existir (Voces posibles).

La poeta aconseja gozar del mundo antes que acotarlo intelectualmente (Lejanías) y critica las barrocas servidumbres que nos autoimponemos en nuestro trato con los demás y el mundo, aunque tales limitaciones sean innatas de la sociedad a la que pertenecemos (Cercos). Ante la brevedad de la existencia, advierte con gracia: ya sabemos la historia necesaria,/seamos poco a poco incompetentes. Es decir, desprendámonos del exceso de información, de mitologías y batallas, porque lo prioritario es disfrutar de la vida, no confinarla en esos compartimentos estancos del conocimiento que pretenden revelárnosla. 
 
Lejos del ronroneo del consejo, lo que se filtra en estos poemas es la advertencia honda de lo que ocurre, y por lo tanto el deseo de comunicar lo esencial al ocasional caminante de su lectura: lo vivido tiene que implicar positivamente la ilustración de alguna de las parcelas de la vida y por ello, ser y adquirir un valor (Edad tardía); lo único que puede sentenciarnos al olvido y a la soledad es no haber renacido a través del amor; la ubicación de la vivencia, de su significación y de la esperanza en el presente inmediato revela la naturaleza permeable, misteriosa y generatriz de la realidad (De la brevedad).
 
La cita con la que Dionisia García abre su libro - las famosas palabras de Heráclito sobre el oráculo de Delfos - no es una nota gratuita. Ilustra la razón profunda, el rumbo de su poemario, a la vez que indica la estrategia a seguir para enfrentarse a la naturaleza misteriosa del mundo, sus desolaciones y resurrecciones. Nada se dice explícitamente ni se oculta definitivamente, advierte con refinado hermetismo el oráculo. Lo que percibimos aisladamente, lo que se dispersa por el amplio espacio del universo y el mundo humano son signos y señales. Del mundo y del hombre nada sabemos, excepto los signos que se nos muestran, es decir, lo que el pensamiento puede establecer como tales para ir tejiendo-destejiendo la misteriosa urdimbre del vivir.

Tales señales son las que el poeta se encarga de rastrear, las que se encarnan a través de esos otros claros misterios que son los poemas. Asumir la dinámica de los contrarios como la naturaleza de la realidad, la coexistencia de las tinieblas y de la luz, y circunscribir el trabajo del pensamiento y la sensibilidad a la dilucidación de esos signos que a través de los más diversos motivos, nos llegan, es la misión máxima en que debe materializarse nuestra empresa vital. El aspecto paradójico del mundo, la necesidad de saber encarar ese doble sentido del universo está admirablemente expresado en los versos finales de Desasosiegos: La vida es una dádiva y un sueño/entre otros menesteres de oros y cenizas.

                                                                                                                                                                 José María Piñeiro 

                          ÁGORA DIGITAL MAYO 2013 

martes, 21 de mayo de 2013

Dionisia García: Entre el lenguaje y la memoria, entre el clasicismo y la contemporaneidad. Por Natalia Carbajosa/ Dossier Dionisia "Dionisia García: Señales de una escritura poética luminosa"/2. Ágora-Papeles de Arte Gramático 1 Nueva Co-lección




DIONISIA GARCÍA: ENTRE EL LENGUAJE Y LA MEMORIA,

ENTRE EL CLASICISMO Y LA CONTEMPORANEIDAD

                                                   Por Natalia Carbajosa

 

 "Dionisia García conecta a un tiempo con el pensamiento clásico y con un aspecto muy llamativo de su propia contemporaneidad: el de las poetas españolas que, a la llegada de la democracia, inauguran un discurso poético con “autoridad”, de la que habían carecido sus predecesoras".
 
 
La poeta y profesora Natalia Carbajosa analiza la trayectoria de Dionisia García dentro de la poesía escrita por mujeres en España a partir de los 1970, y repasa los temas recurrentes a lo largo de la obra de la poeta (la memoria, los objetos, lo aforístico…).

                               


Cerca del oráculo de Trofonio, en Lebadea (Beocia) había dos manantiales, en cuyas aguas debían beber los consultantes: la fuente del Olvido (Lete) y la de la Memoria (Mnemósine). Lete pasó a ser alegoría favorita de poetas (el Olvido, hermano de la Muerte y el Sueño) y de filósofos (antes de volver a la vida y hallar otra vez un cuerpo, las almas bebían este brebaje, que les borraba de la memoria lo que habían visto en el mundo subterráneo). Por eso, según Platón, saber es recordar: es volver una y otra vez a Mnemósine, que nos recuerda que no venimos de la nada.

En una obra singular dentro de la trayectoria de Cesare Pavese, Diálogos con Leucó, Mnemósine le explica a Hesíodo que la memoria no es sino el recuerdo de la vida inmortal, esa que los mortales han de “recordar” para difundirla entre ellos mientras estén en el mundo. El hombre es esencialmente tiempo, un tiempo finito, pero su contribución al continuum de la civilización, constantemente reconocido como tal por el arte y la filosofía, de algún modo lo vincula, en efecto, con la inmortalidad. Incluso en estos tiempos en que la realidad inmediata nos acucia con sus sobresaltos, hay espacio, a poco que nos resistamos a sus vaivenes, para esa medida paralela del tiempo a la que nos conduce la memoria.

Qué somos sino memoria.” Son las palabras con las que Dionisia García comienza su Poética en la antología En voz alta: Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70, publicada en Hiperión en 2007. No solo eso: uno de sus primeros poemarios, acaso el primero que la dio a conocer fuera del ámbito local, se titula, precisamente, Mnemosine (Rialp, Colección Adonais, 1981). Y dentro de él, en el poema “Memoria”, la poeta actualiza el mito de la diosa y nos presenta a un Zeus que, dejando a un lado los oropeles del poder, cae asombrado ante la cualidad de Mnemosine, trocando violencia por amor. Así se desprende de los versos finales:

     Agónico temblor entre los muros,
     batalla singular alentó el canto,
     hasta temblar las cítaras, con besos,
     y amar en Mnemosine la memoria.


En su reivindicación de la memoria como elemento vertebrador de la poesía, Dionisia García conecta a un tiempo con el pensamiento clásico y con un aspecto muy llamativo de su propia contemporaneidad: a saber, el de las poetas españolas que, con la apertura a la democracia de finales de los 70 del siglo pasado, inauguran un discurso poético con una firmeza (léase “autoridad”) de la que habían carecido sus predecesoras, abrumadas como estaban por el estereotipo de la “poetisa-ruiseñor”, que solo habría de ocuparse de temas románticos y domésticos (con excepciones notables como la de Ángela Figuera o Carmen Conde, entre otras). Parte de esta nueva actitud la refleja la apropiación que hacen las autoras de los mitos clásicos, a menudo reescribiéndolos bajo un nuevo prisma (el de la voz femenina que habla y actúa, en lugar de permanecer pasiva). Muchos son los ejemplos, tal como apunta Mª Dolores García Selma en su artículo “La búsqueda de una identidad literaria: un siglo de poesía escrita por mujeres”, publicado en Empireuma en 2004: Cordelia en Clara Janés, Dafne en Juana Castro, Lilit en Andrea Luca… Mnemósine en Dionisia García, podríamos añadir.

Esta técnica de apropiación de mitos con el fin de darles un nuevo sesgo que nunca antes habían tenido, no es nueva en la poesía escrita por mujeres: ya en el Modernismo angloamericano, con figuras como H.D. (Hilda Doolittle), que dio voz a personajes como Helena de Troya, Eurídice o Casandra, observamos cómo las poetas contemporáneas son capaces de asumir la tradición clásica con un espíritu crítico, a menudo lúdico y siempre opuesto a una única interpretación: penetran, por fin, en el Sancta Sanctorum de la sabiduría (no es casual que en tiempos de Virginia Woolf, por ejemplo, las mujeres tuvieran vetado el acceso a los estudios de filología clásica), y nos lo devuelven tamizado por el collage de la modernidad.

Pero la nueva tradición, si se permite el oxímoron, que inauguran las poetas españolas en los 70, no sería más que fuego de artificio si no hubiera conocido una continuidad. Continuidad que no puede ni debe descansar en la novedad constante: al contrario, si ha de afianzarse, la primera herramienta a disposición de sus artífices no es otra que el lenguaje, amplificado con resonancias tanto culturales como vitales. Y aquí, al igual que en el caso de los usos desacostumbrados de la tradición, las poetas se ven en la necesidad de buscar un modo de expresión en el que puedan reconocerse; algo así como dotarse a sí mismas de la voz con la que hacen hablar a sus personajes mitológicos, libre de pensamientos adoptados y ecos de modos de vida no elegidos. En palabras de Olvido García Valdés:

     "No se puede partir de lo dado, de una lengua-pensamiento que una forma de vida o de cultura conforma, la nuestra, una lengua históricamente patriarcal. Que las mujeres construyan en ella sus poemas o novelas, que piensen en esa lengua, necesariamente va arañando, añadiendo, contradiciendo, limando, socavando o destruyendo juegos del lenguaje, expresión que es su pensamiento y modo de ver el mundo".

En el caso de Dionisia García, la evolución formal de los libros posteriores a Mnemosine permite descubrir cada vez con más claridad la naturaleza de su pensamiento, su capacidad para tomar las riendas de su propia expresión. Curiosamente, ese punto de partida que supuso su atención a la memoria como instrumento del tiempo y construcción cultural a un tiempo, sigue presente en gran parte de sus libros posteriores: Interludio (1987), Lugares de paso (1999), El engaño de los días (2006) o el muy reciente Señales (2012). Todos ellos hablan, desde su misma presentación, de esa voluntad de no quedarse confundida (engañada) por el tiempo finito de los hombres, sino de seguir los indicios (las señales) que llevan a otra dimensión temporal, alentada por la diosa, en la que las circunstancias personales (los lugares de paso de la vida) adquieren proporciones relativas. He querido destacar, para los propósitos de este artículo, dos recursos estilísticos que singularizan la poesía de madurez de Dionisia García y acentúan su cualidad articulada: la atención a los objetos, por un lado, y su cualidad aforística por otro (no hay que olvidar que la autora también ha publicado libros de aforismos, como Voces detenidas (2004) y El caracol dorado (2011)).

La poesía de Dionisia García, en efecto, está llena de aforismos sorprendidos en mitad de una estrofa. Muchos de ellos expresan ese camino de ida y vuelta, ese fluir inacabado que es la vida en la percepción de la autora: “Al regresar prefiero traer lo más lejano, / aquello que llegando ilumina los sueños.” Dionisia García, además, conoce el privilegio de haber llegado (y seguir en ella) a una edad avanzada, con lo cual la relación de sus versos con el tiempo está llena de significado concreto, en absoluto ligada a una abstracción indefinida: “Me detiene la nada cristalina / y le entrego momentos / de esta vida de más que tanto aprecio.” Es un tiempo plagado de contemplación (“Una sola mirada perdurable”; “y atiende la mirada / esa hermosa ebriedad tan pasajera”) y de lenguaje (“convivir todavía con las palabras claras”).

Pero ese lenguaje sereno, de tono aforístico, a su vez, se apoya inequívocamente en los objetos como verdaderos “lugares de paso”: desde la lejana taza de Silesia de un libro temprano, Diario abierto (1989), hasta el rosal de un patio vacío en Señales, los objetos cotidianos se nos describen como hitos en ese camino que desde el principio de sabe fugaz y remiso a dejarse aprehender con la promesa de acumular bienes. No, Dionisia García no se aferra a los objetos que asoman en sus poemas; simplemente los envuelve con su mirada, deja que despierten evocaciones en ella y después, con la sabiduría de quien desde niña ha conocido la experiencia de la pérdida y la dureza de la vida en el campo, los deja ir. El tono meditativo de sus poemas no se presta al juego lúdico entre el significado y su referente. Sin embargo, la desprendida comunicación que la poeta establece con las cosas es indicio también de su contemporaneidad; pues nadie que escriba después de las vanguardias pictóricas de principios del siglo XX, que descubrieron para todos la cualidad no instrumental de los objetos, puede escribir sin tener esto en cuenta. Menos aún el poeta, que utiliza su objeto por antonomasia (la palabra) suspendiéndola precisamente de su cualidad instrumental inmediata, del intercambio comunicativo cotidiano.

Dionisia García es, pues, una poeta de tono clásico, de sabiduría contrastada (su aceptación de la vejez recuerda en ocasiones a la de la lírica arcaica griega), de cierto animismo hacia el objeto de la naturaleza y de la civilización (no por casualidad algunos de sus poetas admirados son Hopkins y Keats, que reverenciaron al árbol y a la urna griega respectivamente). Poeta que hunde sus raíces en la memoria y sus efectos a largo plazo, en el “saber es recordar” platónico. Y que incluso en sus memorias de vida interior, publicadas en 2009, se nos presenta como una niña que atrapa el tiempo en el vértice de su mirada, simplemente un instante convertido en eternidad, para soltarlo después sin dolor inútil. Por eso los versos finales de su poema “Edad tardía” no nos suenan a epitafio, sino a palabras fluyendo en la corriente, lo mismo que las del poeta cuyo nombre está escrito en el agua:

     No vendas por tan poco cuanto es tuyo.
    Déjate merecer. Has sido y estás siendo.
    Arriesga hasta el final con insistencia.

Has sido y estás siendo.” El lenguaje como la casa del ser (Heidegger). La principal tarea del poeta en la vida, ser, ayudado por el hilo de la memoria y el poder de las palabras. Res et verba: el objeto hecho palabra. Clásica y contemporánea, así es la poesía de Dionisia García.

                       

 

Natalia Carbajosa es Doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca y profesora de la Universidad Politécnica de Cartagena. Ha publicado libros y artículos en editoriales nacionales y extranjeras sobre sus principales líneas de investigación, desarrolladas en proyectos con la Universidad de Salamanca: Shakespeare y el teatro isabelino, poesía modernista norteamericana (H.D., Wallace Stevens) y poesía española contemporánea (Claudio Rodríguez, Jesús Hilario Tundidor).

En la actualidad, realiza investigaciones sobre los poetas del lenguaje (Rae Armantrout) y poesía comparada (española y anglonorteamericana). Ha publicado traducciones de poetas como H.D. (2008), Scott Hightower (2012), una antología de poetas contemporáneas norteamericanas (2012) y Kathleen Raine (2013), aparte de poemas sueltos y reseñas en revistas en las que es colaboradora habitual (El coloquio de los perros, Jotdown). Además, es autora de libros de poesía y relato.

                                                                                ÁGORA DIGITAL MAYO 2013